LOS TELETUBIS

Las posesiones de entidades malignas sobre personas y objetos no son nada nuevo. Existen mil y un leyendas que narran horripilantes situaciones donde simpatizantes de Satanás se apoderan de objetos, logrando hacer que éstos cobren vida propia, con muy malas intenciones.

En Venezuela, así como en muchas otras partes de latino-américa, la serie de televisión infantil “Teletubbies” fue extremadamente alabada por la audiencia en pañales. Y era de esperarse que el capitalismo actuase para explotar este fenómeno con juguetes y artículos varios.

Un chico normal pedía, por no decir que exigía; un juguete de un telettubie. Así lo hizo un niño caraqueño, que tuvo la suerte de obtener los cuatro muñecos de la tan aclamada serie.

Los mantenía en su habitación, posados sobre una repisa mal colocada, al lado de su ventana, muy altos para que el niño no los dañase. Por lo que parecía ridículo que, en la noche en que gritó auxilio a sus padres, los muñecos se encontrasen posados sobre la cama del muchacho, inmóviles, con su característica sonrisa, mientras que el niño se encontraba jadeando y cubierto entre sábanas y sudor.

Los padres preocupados, interrogaron a su hijo, el cual con dificultad, puesto que no dominaba el idioma en su totalidad, manifestó que los juguetes lo habían estado observando fijamente durante toda la noche y, cuando cerraba los ojos, se acercaban cada vez más a su cama.

Los venezolanos son reconocidos también por ser sumamente supersticiosos. Y los padres del muchacho, que no eran la excepción, decidieron quemar los muñecos y apagar el fuego con agua bendita. Cuentan que durante el proceso, olió fuertemente a azufre, olor característico del Diablo.

Desde esa noche, la ventana del cuarto del infante, que se encuentra al lado de la repisa donde se encontraban los teletubbies, se mantiene abierta. Los padres cierran la ventana todas las noches, pero siempre amanece abierta y el olor a azufre se apodera del ambiente.

La familia, por el bien del muchacho, decidió mudarse y olvidar su vivencia. Pero estas cosas nunca se olvidan, y terminan siendo parte de nuestra colección de leyendas.